La carretera nacional o Avenida Colombia se ha convertido en
un escenario constante de derramamiento de sangre. Es un lugar que causa terror.
En cada tramo de esta vía, el olor a muerte es desesperante. Una mala decisión
o un pequeño error de seguro causa la muerte instantánea. Muchas veces una
muerte horrible. Los magangueleños ya nos acostumbramos a ver los muertos sobre
el asfalto, ya son hechos que solo caen en la indiferencia. Aquí, en este
municipio, los vehículos pesados se apropiaron de la vía, y no solo eso, se
convirtieron en una especie de Parca puntual que llega día a día y en cualquier
momento a llevarse la vida de las personas.
Salir a hacer cualquier cosa que implique movilizarse en la
avenida Colombia, es echar la suerte y esperar regresar con vida a la casa. Ya
hasta los animales tienen los días contados. Ya se han acabado las padillas de
perros alegres que deambulaban por las esquinas. Lo que no pudo lograrse con
algunas campañas de esterilización, lo está haciendo el flujo macabro de
vehículos pesados. Hoy las familias lloran más a menudo a sus familiares caídos
bajo las monstruosas ruedas, y también lloran la muerte constante de sus amadas
mascota.
Y la administración municipal no hace nada al respecto. Se la
pasan en un cruzar de brazos cómplice y asesino. No existe quien regule la
velocidad sobre esta vía, los avisos sobre mínimos de velocidad son escasos, no
existen los avisos que adviertan el paso repentino de mascotas o animales de
corral, los agentes de tránsito solo andan en búsqueda de rentables comparendos.
Y mientras todo siga en este silencio, seguirán las muertes
sobre la vía, y la mayoría de los magangueleños seguirán pensando que todo esto
se debe a la suerte, o que siempre habrá que repetir la frase: “La muerte llega
cuando uno menos se lo espera”.